¿Nos preparamos para una nueva cepa del virus de moda?
Nuestro sistema inmunitario, debería ser la primera opción
La humanidad le ha hecho frente a cientos de virus, millones de mutaciones, algunas un poco más dañinas que otras, pero lo cierto es que nuestro sistema inmune está capacitado para luchar diariamente con decenas de virus, bacterias y otros microorganismos patógenos, y convivir con otros tantos, muchos de los cuales tienen funciones esenciales en nuestro organismo.
Nos han vendido que dependemos de vacunas, de aislarnos en casa y de tener el menor contacto posible con otras personas. Lo cierto es que tenemos un sistema inmune que funcionando al 100% podríamos hacerle frente a todos los virus conocidos y por conocer, quizás como individuos habría excepciones, pero como especie hace cientos de miles de años que hemos desarrollado defensas para luchar con estos organismos y los que estén por venir.
La realidad es que mucha gente tiene el sistema inmunitario deprimido por muchos motivos, pero el principal son los malos hábitos de vida, no descansar lo suficiente, no alimentarse correctamente, exceso de higiene, poco contacto con la naturaleza y estar alejados de los ciclos de luz, oscuridad, verano e invierno.
Otras personas tienen el sistema inmune tan activo que es contraproducente, cualquier causa como un virus o tóxicos ambientales pueden disparar una respuesta inmunitaria extrema, como son ciertas alergias o patologías autoinmunes.
Cuando un elemento extraño entra en nuestro cuerpo, por lo general lo hace a través de las mucosas, de las vías superiores o por el tubo digestivo, también por la sangre, pero esto último es mucho menos común. Allí mismo se encuentra con algunas bacterias que cuidan su hogar, y pueden tener la primera reacción de defensa. Desde el inicio, esta lucha no es solo nuestra sino también estamos protegidos por microorganismos que nos cuidan gracias a una especie de simbiosis.
Los macrófagos son células del sistema inmune que revisan de forma continua las características de otras células y elementos externos. A partir de aquí, entran en juego muchos otros mecanismos de detección, comunicación y destrucción de células y elementos extraños en nuestro organismo, prácticamente todos parten de los leucocitos (glóbulos blancos) y van transformándose o madurando para poder tener distintos roles, como soldados dentro de un ejército, pudiendo incluso deshacerse de células cancerígenas.
La característica por la cual el sistema inmune es casi perfecto es porque se adapta y aprende en función de la experiencia previa. Por eso se habla tanto de la inmunidad celular, una memoria de todas las características de patógenos, tanto de estructuras como de ADN, pudiendo reconocer a un patógeno similar a uno que ya haya dado problemas hace meses incluso años.
El sistema inmunitario tiene que activarse para dar una respuesta rápida y, sobre todo, desactivarse cuando ha cumplido su función, de lo contrario primero se desgasta (consume recursos esenciales) y segundo si está activo mucho tiempo, puede creer que ese es el estado normal y ante un patógeno o ataque real (un golpe, por ejemplo) la respuesta inflamatoria y/o inmunitaria será exagerada. Un ejemplo es la tormenta de citoquinas que generan una inflamación y destruyen muchas células sanas incluso llevan a la persona a la muerte.
Todas estas células necesitan recursos esenciales que tenemos que obtener del exterior o al menos en parte para poder cumplir con los requerimientos ante un ataque.
Los nutrientes esenciales
La deficiencia de vitamina D, es un caso claro de limitación de funciones del sistema inmunitario. Otra es la vitamina C.
La vitamina D se sintetiza en la piel cuando recibimos los rayos del sol, utilizando colesterol. Niveles muy bajos de colesterol y falta de sol hace que no tengamos suficientes recursos a la hora de estar protegidos de enfermedades contagiosas.
La vitamina C también es necesaria introducirla en la dieta. Hemos perdido la capacidad de sintetizarla, a favor de poder cumplir con otros procesos que nos han hecho superiores en cuanto a supervivencia o intelecto, pero dependientes de la dieta.
El magnesio también es un mineral importante. Lamentablemente los suelos de cultivo cada vez son más pobres y los nutrientes que recibimos a través de los vegetales hoy en día están en duda. Por eso es recomendable valorar la suplementación de estos micronutrientes, en función de tu dieta, actividad, etc.
Micronutrientes como el zinc y el selenio también participan en la regulación del sistema inmunitario y son esenciales.
La absorción de estos nutrientes dependerá de cómo se encuentre de sano tu sistema digestivo, y como combines los alimentos. Posiblemente muchos de los nutrientes se están perdiendo antes de poder ser utilizados por tu organismo.
No somos lo que comemos, sino lo que podemos absorber.
Los grandes lobbies del negocio de la salud
No esperes que la sanidad defienda tu salud, la salud hay que trabajarla diariamente y las herramientas más valiosas no son comercializables así que poco interesa promocionarlas.
Las farmacéuticas han hecho muchísimo por la humanidad, pero la mayoría de las veces a cambio de beneficios, y los gobiernos miran hacia otro lado porque también reciben beneficios o dejan en manos privadas los mayores problemas.
La industria alimentaria está muy lejos de dar información objetiva, solo busca vender productos y que la sociedad sea cada vez más dependiente de sus productos. Duda de cualquier slogan sano, posiblemente sea otra herramienta de marketing para hacerte creer que tomando eso tengas una salud más fuerte, crezcas más o adelgaces.
El lobo nunca podrá cuidar de las ovejas, su naturaleza es otra.